En la lejana década de los ochenta, Katsuhiro Otomo comenzó a publicar un manga lleno de personajes viscerales que deambulan el lastimado escenario de Neo-Tokyo, un colapsado Japón que fue severamente dañado por una catástrofe 30 años atras. La obra en cuestión es el manga de Akira, y es muy conocida alrededor del mundo por su deliciosa adaptación animada que fue llevada a cabo en la misma década, estrenada en Japón en el año de 1988. Para su tiempo la película no solamente fue una gran introducción a Occidente de la industria nipona, sino que también fue un parte aguas técnico en el mismo mundo de la animación; contando con un aproximado de 160,000 fotogramas el producto final en animación es muy realista en el aspecto visual, logrando una fluidez que hasta ese momento no se había podido vislumbrar. También debido a que parte de la película esta ambientada en escenarios nocturnos la alta gama de coloreado permitió que aun en ese tipo de ambientaciones la fluidez no decayera y que el trabajo animado se pudiese contemplar muy bien a pesar de este detalle, dejando el total de la gama de colores utilizada en la friolera cantidad de 327 diferentes colores utilizados.